"En cada lugar hay una historia que no se debe olvidar". - E.F.

La historia de los primeros inmigrantes pobladores de Resistencia está llena de esperanza y alegría, pero también de desazón y agotamiento tras un periplo azaroso que se conserva en la bibliografía de sus protagonistas y en la memoria de sus descendientes. No ha sido fácil la llegada de estos inmigrantes a una nueva tierra, quienes con gran valentía han tenido que soportar muchas dificultades, en virtud de encontrar una nueva vida y un mejor destino para sus familias.

Rumbo al Gran Chaco

A las veinte horas del martes 27 de noviembre de 1877, una multitud se congregó en el puerto italiano de Génova, a orillas del mar Mediterráneo, cargando sus equipajes y efectos personales para abordar el vapor Sudamérica con destino a América. Este barco, que zarpó el 1 de diciembre de 1877, estaba cargado de esperanzados hombres, mujeres y niños que decidieron cruzar el Océano Atlántico en busca de lugares más propicios para labrarse un futuro exitoso, arribando a su destino el 26 de diciembre, luego de hacer escala en Montevideo.

Eran cientos de inmigrantes laboriosos de diferentes partes de Italia: familias enteras preparándose para afrontar la incierta travesía marítima de 25 días, rumbo a una tierra desconocida pero prometedora. Entre los que viajaban en el barco se encontraban las 39 familias, unas 250 personas, de la provincia de Údine y otras zonas aledañas, ubicadas en la llanura de Viñeta, en el noreste de Italia, que pronto llegarían a la recién creada Colonia de Resistencia en el Gran Chaco. La mayoría eran agricultores, aunque también dominaban distintos oficios. Cultivaban pequeñas fincas como arrendatarios y tenían que viajar largas distancias para trabajar porque sus hogares estaban lejos de los cultivos que consistían en cultivar papa, vid, trigo, maíz y gusanos de seda, pero la baja rentabilidad que proporcionaba su venta no alcanzaba para cubrir sus necesidades o para imaginar un futuro para sus hijos.

"Los primeros prospectos, que hasta ellos llegaron, fueron los de la República del Brasil; y a este país pensaron dirigirse. Pero, todavía no habían dado principio a trámite alguno con tal objeto, cuando uno de los agentes de Inmigración en el Exterior (artículos del 4 al 14, ambos inclusives, del Cap. II de la Ley Nº 817, de Inmigración y Colonización, del 19 de octubre de 1876), perteneciente a la República Argentina, les hizo llegar la propaganda prevista en el inciso 2º del artículo 5' de la mencionada Ley Nº 817. Leyeron los folletos explicativos de nuestro gobierno (algunos tuvieron que hacérselos leer, por ser analfabetos); compararon los mismos con los recibidos anteriormente, escucharon opiniones de quienes consideraban con más capacidad para discernir con más propiedad, y, al final, optaron decididamente por nuestra patria".

Viaje Desde Italia al Puerto de San Fernando. Geraldi, Seferino. Apuntes publicados en el diario El Territorio. Pág. 2-3.

Tras el arribo a Buenos Aires de las familias italianas en el vapor Sudamérica, se dirigieron a Corrientes pero según el Comisionado Nacional de Migración Juan Dillon (1819-1887), se decidió enviar un contingente de colonos al Chaco, ya que no tenían ubicación en las demás colonias que ya estaban en funcionamiento.

En la tarde del 1 de febrero de 1878, un grupo salió de Corrientes en dos lanchones remolcadas por un pequeño vapor. El viaje por el río Paraná y hasta cierto punto por el río Negro no tuvo mayores contratiempos, pero a medida que el curso de este último subía, la marcha se hacía cada vez más lenta y dificultosa, debido a la gran cantidad de embalses.

En numerosas ocasiones vieron detenida su marcha por ella, teniendo que bajar en canoas y, con un machete limpio, abrirse paso por el cauce del río, hasta que llegaba la noche, debiendo usar faroles carpincheros para guiarse en las canoas. Finalmente, tuvieron que detenerse y pasar la noche allí, en los lanchones, dentro del río Negro. La noche, terriblemente calurosa, los innumerables murmullos y gritos de la selva milenaria, y millones de mosquitos hambrientos, se encargaron de hacer saber a los inmigrantes el tremendo lugar que iban a poblar en el Gran Chaco.

"Luego de las penurias pasadas la noche anterior, al posar la vista sobre la tierra prometida, observaron algunos detalles que los dejó en suspenso. Primero vieron que los montes cercanos mostraban ramas desnudas, debido, como lo supieron al instante, a que el día antes habían pasado las langostas por allí. Ya presintieron con qué plagas tendrían que vérselas. Luego, un peón de obraje sociedad, o de la administración, subía la barranca donde actualmente se encuentra el Club de Regatas, arrastrando tras de sí a un yacaré. Nunca supieron cuánto medía aquel reptil; pero sí sabían, y lo recordaban mucho después, que para ellos adquirió dimensiones enormes, dándoles un susto mayúsculo, puesto que en Italia no habían visto animales de esa especie, y sólo los recordaban en los relatos de quienes visitaban África.

Estos hechos, los montes tupidos, los matorrales y la falta de población, los ponían frente a la realidad cruda, desvaneciendo muchas de sus más caras ilusiones. Por varios días quedaron, algunos, cerca de donde desembarcaron, viviendo en un galpón, para ir ubicándose, luego, por grupos, en distintos lugares".

Viaje Desde Italia al Puerto de San Fernando. Geraldi, Seferino. Apuntes publicados en el diario El Territorio. 

Al día siguiente, la histórica mañana del 2 de febrero de 1878, los inmigrantes italianos, con un total aproximado de 250 personas, llegaron definitivamente al puerto denominado San Fernando, desembarcando en las inmediaciones de donde, desde 1928, se encuentra el monolito recordatorio de dicho acto. Así, una vez en territorio chaqueño, las familias fueron recibidas por los miembros de la Comisión de Migración local y por el comisario de colonia Jaime Sosa (1846-1906), de origen paraguayo.

Posteriormente, una comitiva de colonos encabezada por Girolamo Pérez e integrada por Luis Pessano, Pedro Dellamea y Giulio Giraldo, entre otros, acompañados del comisario Sosa, partió con el propósito de inspeccionar los terrenos de la colonia. Allí pudieron visitar las instalaciones de los obrajeros: Cnel. José María Avalos (1825-1896), Félix Seitor, Brígnole, Ameri, Corsi, Sicard y otros que habitaban la zona de San Fernando desde hacía varios años con su peonaje. Vieron algunos árboles frutales y plantas de flores; echaron un buen vistazo a la tierra, y estaban emocionados. Satisfechos con las condiciones de la tierra para el cultivo y con la seguridad que brindaban los cercos de madera que los trabajadores habían levantado contra los ataques indígenas (aún estaba fresco el recuerdo de los ataques a Resistencia ocurridos entre 1875 y 1876), los delegados regresaron a Corrientes y se prepararon para trasladar a todo el contingente a su destino final.

"La orden terminante, era de no separarse demasiado, ni dormir todos, durante la noche, juntándose de a dos o tres familias. La tarde del día en que llegaron, o en la del siguiente, un grupo de inmigrantes, entre los cuales se encontraba nuestro abuelo paterno, Don Luis Ziraldo, salió a recorrer las proximidades, llegando hasta la proveeduría de obraje del señor Carlos M. Corsi, ubicada donde se encontraba más tarde la carpintería del señor Nicasio Maidana, y actualmente hay una estación de servicio de YPF.  

Parece que están preocupados, les comentó el señor Corsi. Lo que nos preocupa, le contestó el señor Luis Geraldi , es el agua para beber. Si es por el agua, respondió a su vez el señor Corsi, no tienen por qué preocuparse, puesto que es excelente. Tan buena es, les dijo, que hasta de Corrientes suelen venir a llevarla, cuando escasea allá. Bueno, dijóle el inmigrante; si el agua es buena, ya lo demás no interesa tanto".

Viaje Desde Italia al Puerto de San Fernando. Geraldi, Seferino. Apuntes publicados en el diario El Territorio.  

¡Qué maravilloso ejemplo de lucha! La decisión que tomaron estas familias de poblar esa misteriosa región selvática rodeada de ciertos peligros no fue fácil, pero su lucha es un claro ejemplo para nosotros. Para las presentes y futuras generaciones, así como para quienes lo hayan olvidado, conviene señalar y dejar constancia que el río Negro tenía una entrada profunda, que llegaba hasta el monolito, y que el tiempo y la acción del hombre lo cegaron, convirtiéndolo en un estacionamiento para quienes asisten al Club de Regatas de Resistencia. Respecto a la visita al lugar donde residía el coronel José María Avalos (1825-1896), un documento indica lo siguiente.

"La población del Coronel Avalos cuenta con diez cómodas habitaciones, con espaciosos galpones y taller de carpintería; todo perfectamente bien dispuesto y ordenado, causando asombro al viajero cuando llega a ella, encontrar en lugar de las chozas de los salvajes, que quizá en su fantasía se imaginaba, un jardín con preciosas flores, que con suave perfume le hacen comprender que ya en el Chaco se disfruta de los goces de la vida civilizada. Posee linda quinta de árboles frutales con exquisitas legumbres (también la tenía la población de Seitor), que demuestran con el admirable desarrollo que adquieren, la gran fertilidad de la tierra de Chaco, tan beneficiada por la naturaleza y olvidada por parte de los hombres".  

Conferencia pronunciada por el Dr. Ricardo I. Foster en el Teatro S.E.P (Sala de Espectáculos Públicos) de la ciudad de Resistencia, el 26 de noviembre de 1937, con el auspicio de la Gobernación del Chaco impartida por el Dr. José C. Castells, el Rotary Club de Resistencia y la Sociedad de Estudios Científicos del Gran Chaco.  

Este envío de inmigrantes a América no fue un hecho aislado en el continente europeo, ya que se estima que entre 1846 y 1924 llegaron al continente americano unos cincuenta millones de inmigrantes procedentes de Europa. La creciente industrialización de los países del centro y norte de Europa, la aplicación de la división internacional del trabajo por parte de los países capitalistas y el rápido empobrecimiento de las zonas agrícolas por el desplazamiento de las inversiones hacia las regiones industriales, produjo este éxodo masivo alimentado también por la alta tasa de natalidad y la fuerte caída de la tasa de mortalidad en los países europeos durante el siglo XIX.

Los colonos tenían la firme resolución de ser dueños de las tierras que ocupaban y para ello sólo tenían las colonias creadas en el Chaco. Rápidamente la Dirección Nacional de Tierras y Colonización decidió aprobar el levantamiento y trazado de la Colonia Resistencia, realizado como vimos en 1875 y 1876 por la Comisión Exploradora Foster-Seelstrang, por resolución del 27 de enero de 1878, medida administrativa que no tuvo efecto práctico alguno porque ya se habían perdido los mojones del trazado y hubo que volver a medir el terreno para repartir los lotes cuando ya estaban instalados los colonos.

"El nombre de esta ciudad, Resistencia, sonaba en mi magín, como el de un nuevo ejemplo de bravura de los hombres civilizados. Contiene esa palabra, todo un programa social y político, el que habéis realizado. Ha sido punto de partida de una invasión de trabajo, de cultura, de voluntad, que ha ido haciendo retroceder a los terribles enemigos de la humanidad: la barbarie y la muerte. Contra el salvajismo negro y contra la naturaleza hostil, Resistencia ha sido campamento de héroes, taller de industriales, academia de científicos. ¡Loor a vosotros los argentinos! ¡Loor también a vuestros colaboradores extranjeros! Merecéis bien de la humanidad. Habéis vencido la batalla civilizadora". 

"Resistencia figurará en la historia como un ejemplo fortalecedor, habéis elevado en este pedazo de la gran República, un monumento glorioso a la gran señora de la vida: a la Voluntad!".

Conferencia impartida por el Dr. Estanislao Zeballos (1854-1923) en el Teatro Olimpo de la ciudad de Resistencia, Chaco, el 7 de noviembre de 1916.

A partir de entonces comenzó la etapa más compleja de la colonización de Resistencia, ya que los inmigrantes debieron adaptarse a las duras condiciones del clima y del entorno selvático al que no estaban acostumbrados. Además, al poco tiempo de llegar, una gran crecida del río Paraná, acompañada de copiosas lluvias y fuertes tormentas, los aisló de los puntos de abastecimiento y provocó graves enfermedades. También tuvieron serios problemas para acceder a las tierras de cultivo que les deberían haber sido asignadas, no solo por las malas condiciones climáticas, sino también porque se tuvo que realizar un nuevo levantamiento en medio de serios conflictos entre el Administrador de la Colonia y los antiguos obrajeros. 

De todos modos, y contra muchos pronósticos adversos que anunciaban el pronto abandono de Resistencia, ésta se mantuvo y tras el primer contingente llegaron otros durante 1878 y especialmente en enero de 1879, cuando llegó desde Trentino un nutrido grupo de familias de la región italiana. La actitud decidida de estos inmigrantes hizo que Resistencia se sostenga en el tiempo y conserve su gran espíritu de lucha en las siguientes generaciones.


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