Los vilelas son un pueblo indígena de Argentina cuyos pocos descendientes viven principalmente en las provincias de Chaco y Santiago del Estero, con un número menor en las áreas urbanas de Rosario y Buenos Aires.

En la provincia del Chaco, los vilelas conviven con el pueblo Toba (o Qom) en comunidades como la Colonia Aborigen Chaco y también residen en las afueras de grandes ciudades como Resistencia, Sáenz Peña, Machagai y Quitilipi. 

En la provincia de Santiago del Estero, el pueblo vilela vive en sus propias comunidades, así como en comunidades compartidas con el pueblo Lule, con el que están estrechamente relacionados y comparten una familia lingüística.

Para autodenominarse los vilelas usaron el nombre uakambalelté o waqha-umbael-te que significa "los que hablan waqha". El idioma de los vilelas, llamado waqha se subdividía en tres dialectos, chinipi, sinipi y ocol que es el único sobreviviente actual con unos pocos hablantes.

Junto con la etnia afín y vecina de los lules los vilelas integraban el complejo cultural lule-vilela y tenían características intermedias, no definidamente pámpidos, huárpidos, ni ándidos. Habían incorporados algunas costumbres sedentarias debido al intercambio cultural con los pueblos andinos.

Hacia el siglo XV se establecieron en la zona occidental del Chaco entre los ríos Bermejo y Salado, al noreste de Tucumán, al norte de Santiago del Estero, al sureste de la provincia de Salta y al noroeste de la provincia del Chaco. 

Tras la conquista española del Tucumán parte de los vilelas fueron encomendados con los lules en el siglo XVI sin diferenciarlos de ellos en las ciudades de Salta, Esteco y San Miguel de Tucumán. Según el jesuita fray Francisco Jarque (1636-1691), la aparición de los vilelas se debió a grupos lules que escaparon de las encomiendas:

(...) los vilelas tuvieron su origen de indios ya cristianos que huyendo de la tierra de españoles, por no servirles, se alejaron entre infieles a aquel paraje donde sus descendientes, aunque infieles, se conservan con algunas costumbres de cristianos cultivando la tierra y criando ovejas para sustentarse (...)


Leoncito, el Último Cacique Vilela

Entre tantos combatientes indígenas destaca la historia de Nataxala Leoncito o Cacique Leoncito (c.1825-1876), originario de Vilela en la Provincia del Chaco, en la zona de lo que hoy es Resistencia.

El cacique Leoncito (c.1825-1876), aparece mencionado por primera vez en las crónicas históricas del Diario de Navegación del capitán José Lavarello (c.1815-1885). Este navegante genovés quiso cruzar el río Bermejo, y para ello, en 1854 construyó el vapor Zenta, una embarcación ligera de madera de cedro, lapacho y algarrobo, bien calafateada y embreada con petróleo. A su vez, contaba con una vela para propulsión y una máquina horizontal de madera con ruedas laterales; dos sacos de cuero con recortes de cobre servían de ancla. Tenía 42 pies de eslora. 7 de manga y 4 de puntal, es decir, 15 metros de largo, 2,20 de ancho y 1,20 de alto. Cubierta, castillete de proa, asientos en popa y toldo para lluvia.

El 25 de septiembre de 1855, con 180 cueros de vacuno y once tripulantes, la embarcación Zenta partió de Orán rumbo a Corrientes, encontrándose en el camino el 3 de noviembre con algunos indígenas cerca del puerto de "La Cangayé", donde a las 3 p.m Lavarello conoció a un nativo principal llamado Leoncito (c.1825-1876) que estaba pescando y llevaba una gorra con una cinta blanca.

Leoncito, de la tribu del cacique Tío Lorenzo, quien se encontraba enfermo, recibió una invitación del navegante José Lavarello (c.1815-1885) para viajar con él a Corrientes. Aunque Leoncito aceptó con mucho gusto, no podía embarcarse sin el consentimiento de su familia, por lo que se subió al buque y continuaron en dirección a la toldería del Tío Lorenzo que quedaba más abajo.

Lavarello ancla el Zenta; Leoncito bajó a tierra y luego regresa acompañado de cuatro indios y cuatro chinas, quienes pasan tiempo a bordo y reciben 4 piezas de lienzo, ​​8 ponchos de bayeta, 20 paquetes de tabaco, cuchillos, pañuelos, espejos, anzuelos, hilo, agujas, enviando al Tío Lorenzo 2 camisas, un pantalón, un sombrero y un atado con 10 paquetes de tabaco tucumano.

A las seis de la mañana del día siguiente aparece Leoncito con su esposa, Tuerto José y el cacique Pedro de los atalabas. Luego, según el navegante genovés, tiene lugar este acontecimiento: "La esposa de Leoncito me presentó a su hijo para que lo bautizara, lo cual hice dándole el nombre de José Lavarello, hijo de León Lavarello y María Luisa Lavarello, este es el primer apellido cristiano que se le dio a los salvajes del Chaco, nacido el 14 de agosto de 1850".

Posteriormente Leoncito (c.1825-1876) se incorporó a la expedición por su conocimiento de las riberas del río Bermejo y las tribus que las habitaban y además prestó invaluables servicios como médico a bordo, ya que salvó la vida del contramaestre del vapor Senta, Juan Rosacuta, quien fue el padrino de su hijo y resultó herido en la cabeza y espalda durante una lluvia de flechas en un ataque de los tobas, basándose en sus conocimientos de la medicina aborigen.

"A las 3 p.m. salimos de este punto y en el N° 673 sobre la margen occidental, al pasar frente a un pequeño bosque, cayó nuevamente sobre el buque una lluvia de flechas hiriendo esta vez al contramaestre Sr. Juan Rosacuta. Recibió este señor tres flechazos, dos en la cabeza y uno en la espalda. Viendo esto mandé hacer una descarga de fusilería contra el oculto enemigo e inmediatamente cesaron las flechas. En seguida mandé anclar en el centro del canal con guardia doble y siempre en posición de combate; curando al herido que lo cuidaba el indio Leoncito".

En 1863, el capitán José Lavarello (c.1815-1885) volvió a navegar por el río Bermejo y nuevamente recurrió a los servicios de Leoncito, que ya era jefe, para enviar mensajes a Corrientes. De esta manera, el cacique aborigen tomó contacto con las autoridades de esa provincia y también es muy probable que recorriera las riberas del río Paraná frente a Corrientes, donde años después se asentaría con su tribu.

Hacia 1864 el Gobierno Nacional proyectó una vía por el Chaco, que debía partir de un punto ubicado frente a Corrientes en la costa chaqueña y llegar a la ciudad de Santiago del Estero. Para lograrlo, el ministro del Interior del presidente Bartolomé Mitre (1821-1906), Guillermo Rawson (1821-1890), solicitó al político Pedro Ferré (1788-1867) la firma de un tratado con los caciques chaqueños a fin de obtener su colaboración en el trazado de esta ruta.

Ferré, que tenía gran ascendencia entre los jefes chaqueños desde su época como gobernador de la provincia, no tuvo problemas para atraer a varios jefes tobas y vilelas, entre los que se encontraba el cacique Leoncito (c.1825-1876). Con ellos celebró el 29 de febrero de 1864 un tratado de paz, amistad y cooperación, por el cual el Gobierno Nacional se comprometió a fundar poblaciones en el Chaco por el trazado proyectado, donde las tribus podían establecerse libremente, comerciar y cultivar la tierra con herramientas proporcionadas por las autoridades. También prometió respetar a sus familias, evitando que se vieran afectadas.

Traslado a las cercanías de San Fernando

La exploración de la ruta se realizó, estuvo a cargo del ingeniero Francisco Pankonín y como guías estuvieron los caciques Leoncito y Napognarí, este último de la etnia Toba.

El propio Pedro Ferré (1788-1867) envió un comunicado al Ministerio del Interior elogiando el comportamiento de los caciques, su fidelidad al compromiso asumido y su contribución a la culminación exitosa de la expedición. Sin embargo, el Gobierno Nacional no llevó a cabo el proyecto de fundar pueblos en el Chaco como lo había prometido, entre otras razones porque ya se había anunciado la guerra con Paraguay, que estalló al año siguiente e involucró al territorio del Chaco. Como resultado, los caciques trasladaron a sus familias a las tierras cercanas a la zona de San Fernando, actual Resistencia, aproximadamente en julio de 1864, y esperaron que se cumplieran las promesas de las autoridades.

La presencia del cacique Leoncito (c.1825-1876) y su tribu en esta zona permitió a los misioneros franciscanos del Convento de La Merced de Corrientes, fundar en marzo de 1865 la reducción de San Buenaventura del Monte Alto en la costa chaqueña frente a la capital correntina. Este guerrero aborigen fue el principal partidario de la reducción cuando en abril de ese mismo año se produjo la invasión de Corrientes por parte de fuerzas paraguayas y se inició la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870).

Las fuerzas de ocupación guaraníes prohibieron a los misioneros ir a la reducción, dejándola a cargo del cacique Leoncito. Luego de este trance, la obra misional continuó con la valiosa colaboración de Leoncito (c.1825-1876) y su tribu, pero en medio de serias dificultades por la falta de apoyo oficial. Tras la retirada definitiva de las ayudas oficiales por parte del Gobierno de Corrientes, los Padres Franciscanos se retiraron de la reducción en 1872.

El cacique Leoncito (c.1825-1876) permaneció custodiando la capilla y el pequeño poblado construido en San Buenaventura del Monte Alto, y cruzó repetidamente el río Paraná hasta la capital correntina para gestionar el regreso de los misioneros, pero sin lograr ningún resultado.

Rebelión de Leoncito & Ataque a la Colonia Resistencia

Cuando la Comisión Exploradora del Chaco, encargada de delinear y medir la Colonia Resistencia, arribó a San Fernando en octubre de 1875, sus integrantes Enrique Foster (1842-1916) y Arturo Von Seelstrang (1838-1896) firmaron un convenio con el cacique Leoncito (c.1825-1876) para que él, junto con su tribu, pudieran colaborar en los trabajos de amojonamiento y trazado.

Aproximadamente cuatro meses antes de ese mismo año, San Fernando sufrió un duro ataque de varias tribus unidas entre el 10 y el 12 de junio. El cacique vilela, que aún estaba sujeto a las autoridades, colaboró ​​con la defensa del pueblo.

El tan temido avance comenzó el 10 de junio, cuando una fuerza de mil aborígenes armados con lanzas, flechas y armas de fuego, llevaron a cabo un intenso ataque contra los obrajes ubicados al sur de San Fernando. Los 15 hombres de la Guardia Provincial de Corrientes en unión con los trabajadores lograron enfrentarlos y rechazarlos, luego de una hora de batalla, provocando muertos y heridos. 

Esa noche, una fuerza de relevo de treinta hombres más salió de Corrientes y el ataque fue el preludio de otros más violentos ocurridos los días 11 y 12. Las fuerzas de defensa del Comandante Verón y el Mayor Pedro Quijano de Guardias Provinciales de Corrientes, junto con los trabajadores de los obrajes, sumaron más de un centenar de efectivos.

En el enfrentamiento que siguió en torno a las empalizadas del fuerte del coronel José María Ávalos (1825-1896), resultaron muertos un capataz del francés Félix Seitor (1857-1935) y dos peones. A su vez, otro defensor, Manuel Andino, también resultó herido en el enfrentamiento del día 12, y uno de los caciques atacantes fue asesinado por el propio Quijano.

Fueron estas luchas que tuvo San Fernando las que llevaron a los miembros de la Comisión Exploradora Foster-Seelstrang a bautizar a la nueva colonia con el nombre de "Resistencia", debido a la forma en que los nuevos pueblos resistieron contra los nativos hostiles. Como lo dicen textualmente en su informe, "por el hecho de haber resistido durante bastante tiempo un corto número de hombres, sin protección de ningún gobierno, las continuas amenazas de los aborígenes".

En cuanto al cacique Leoncito (c.1825-1876), su actitud amistosa cambió abruptamente en 1876; influido por el rumor de que los obrajeros difundieron entre los aborígenes que serían despojados de sus tierras y alistados en el ejército, o en el deseo de vengar el asesinato de uno de sus familiares a manos de las autoridades, según el informe de la Comisión Exploradora Foster-Seelstrang.

Otro descontento aborigen contra el lugar de San Fernando fueron también los abusos que se cometieron en las obras con el pago de salarios a los trabajadores aborígenes; la venta de armas y bebidas a las tribus por traficantes y personas marginadas por la ley; y, como se mencionó anteriormente, el temor de ser desalojados definitivamente de sus tierras cuando se establezcan sedes políticas de esa población.

El caso es que en diciembre de 1875 Leoncito (c.1825-1876) conspiró con el temible cacique Toba Cambá, que operaba a orillas del río Bermejo, para emboscar a una embarcación que debía remontar ese río y cuyo capitán lo había contratado como guía. Aunque la embarcación asaltada resultó ser otra, Leoncito huyó con sus hombres al interior del Chaco y junto a Cambá se dispusieron a preparar un ataque formal a la recién creada Colonia Resistencia, donde aún se encontraban los establecimientos obrajeros.  

En su libro autobiográfico "La vida de un soldado" el militar Ignacio Fotheringham (1842-1925) describió a Cambá como un indio de talla gigantesca, muy moreno, de forma atlética y con mucho prestigio entre los tobas.

El Cacique Toba Cambá fue uno de los líderes indígenas del siglo XIX con mayor ascendencia entre las tribus guerreras del Chaco y uno de los más temibles en la lucha contra las tropas nacionales que querían someterlo. Ocupó el carácter de cacique general, es decir, teniendo bajo su mando a otros jefes menores, en un número aproximado de 29 con más de 1.000 guerreros.

La situación se tornó tan grave que el gobernador del Chaco, coronel Napoleón Uriburu (1836-1895), envió propuestas de paz a todos los caciques de la región pero solo dos aceptaron, el resto, unos diez en total, desafió a las fuerzas nacionales. Uriburu luego tuvo que salir con todas sus tropas para atacar a las tribus rebeldes y como resultado desprotegió a la colonia. Esto fue aprovechado por Leoncito (c.1825-1876), quien llevó a cabo ataques en enero, febrero y abril de 1876, los cuales fueron rechazados.

Estos ataques pusieron a prueba las defensas de San Fernando, ya que el ataque principal de las huestes de Leoncito (c.1825-1876) y Cambá se llevó a cabo a principios de 1876. 

Los guerreros indígenas de Leoncito (c.1825-1876) y Cambá atacaron divididos en cinco columnas y portando sus respectivos estandartes, amenazando con destruir tres de los asentamientos de San Fernando. Los defensores tuvieron que atrincherarse detrás de las empalizadas y los guardias nacionales y la peonada armada de los obrajes tuvo que realizar prodigios de valor para contener a los aborígenes, quienes lograron penetrar parcialmente uno de los fuertes y entablar combate cuerpo a cuerpo. Según el historiador Ramón Tissera, unos 600 miembros de los pueblos originarios Vilela y Curupí atacaron la zona de San Fernando.

En esa ocasión, el cacique Leoncito (c.1825-1876), reconocido como jefe también por otras etnias, rompió la paz pactada en septiembre del año anterior con la Comisión Exploradora del Chaco, alegando maltrato recibido por parte de algunos de los ocupantes blancos, que eran unos quince obreros correntinos, italianos y franceses. Atacó las viviendas más cercanas al bosque, matando a algunas personas y dejando varios heridos. 

Los pobladores se reunieron nuevamente en la casa del coronel José María Ávalos (1825-1896), cuya empalizada la convirtió casi en una fortaleza y desde allí pudieron resistir los ataques durante varios días, hasta que llegaron las tropas del Ejército de Línea de Corrientes. 

La actual ciudad de Resistencia puso así a prueba su voluntad de seguir siendo el bastión del hombre blanco en esta parte del Chaco, y las tribus tuvieron que retirarse tierra adentro o someterse, alterando trágicamente sus medios de vida y perdiendo su libertad secular. 

Últimos días del Cacique Leoncito

Después de la rebelión, Leoncito (c.1825-1876) finalmente decidió someterse a las autoridades y salvar a los últimos restos de su tribu de la aniquilación. El 25 de julio de 1876 se presentó en compañía de 35 hombres de su etnia ante el coronel Napoleón Uriburu (1836-1895) para pedir la paz, quien lo recibió con gusto al ver un peligro constante que se cernía sobre los pueblos y los obrajes del lugar.

Para residencia de la tribu asignó tierras en la desembocadura del Riacho Iné cuatro leguas al noreste de Resistencia. Sin embargo, se desconoce la fecha exacta de la muerte de este célebre cacique, lo que dio lugar a muchas leyendas y opiniones encontradas. Según el comandante Luis Jorge Fontana (1846-1920), Leoncito (c.1825-1876) murió en el transcurso de una pelea con el cacique toba Cañá-Gachí, quien asestó un fuerte golpe en la cabeza con un rifle viejo, hecho que ocurrió entre octubre y noviembre de 1876.

Lo sucedió su hijo del mismo nombre, quien logró consolidar su autoridad luego de algunos incidentes que obligaron a las autoridades a intervenir para garantizar el orden. Fue un final oscuro para un hombre tan ligado a los orígenes de la ciudad de Resistencia.

Bibliografía

  • Fontana, Luis Jorge. El Gran Chaco. Buenos Aires, Solar-Hachette, 1977.
  • Geraldi, Seferino. Lo que me contaron mis abuelos o páginas históricas del Chaco. Resistencia, 1965.
  • Altamirano, Marcos. La Colonización de Resistencia, Edición del Autor, 2007.
  • Rios Ortiz, Roque. Indios de Leoncito atacan Resistencia. Santa Fe, Colmegna, 1971.
  • Fotheringham, Ignacio. La vida de un soldado. 

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