"En cada lugar hay una historia que no se debe olvidar". - E.F.
La historia de la humanidad está llena de mujeres y hombres que, por sus grandes aportes, se han ganado un lugar en la memoria colectiva. Pero también hay un período en el que sus vidas se relacionaron y crearon un momento histórico que no se olvidará.
A veces, los eventos del pasado pueden aparecer en los lugares más inesperados.
Visita a Bernardino Rivadavia
A fines de 1840, el general Juan Lavalle (1797-1841) en guerra contra Juan Manuel Rosas (1793-1877) invadió la provincia de Santa Fe en la República Argentina. Finalmente, derrotado por las fuerzas federales, murió en 1841 en San Salvador de Jujuy.
Entre los oficiales de su ejército se encontraba el general de brigada Tomás de Iriarte (1794-1876), quien luego escribió sus extensas Memorias.
Tomás de Iriarte (1794-1876) fue un militar y cronista que dejó el Ejército realista en América y se unió al movimiento independentista, combatiendo en la Guerra del Brasil (1825-1828) y en las Guerras Civiles Argentinas (1814-1876) que enfrentó a Juan Manuel de Rosas (1793-1877). También sirvió bajo el mando de Manuel Belgrano (1770-1820), quien lo nombró director de la escuela de artillería, y redactó su instrucción para el uso de la artillería.
Acompañando a Juan Lavalle, Iriarte finalmente se fue a Chile y de allí emigró a Río de Janeiro a donde llegó en 1842.
En Río, se relacionó con los emigrantes exiliados que se opusieron a Juan Manuel de Rosas, entre ellos el primer presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Bernardino Rivadavia (1780-1845), a quien visitó en su residencia de Botafogo con el colonizador portugués Ricardo Foster (1808-1865).
Los detalles de este encuentro se encuentran en las Memorias del general Tomás de Iriarte (1794-1876).
"El día 12 (domingo) visité al señor Bernardino Rivadavia (1780-1845), quien tiene su residencia en Botafogo en una finca bien cultivada que sirve de gran esparcimiento, el señor Margariños me proporcionó su carruaje y me acompañaron el Dr. Varela, su hermano Don Toribio y el comerciante portugués Ricardo Foster (1808-1865). Diré de paso que este excelente compañero para quien traje una carta de presentación de Valparaíso, hizo tantas solicitudes para que me quedara en su casa, que por un deber de cuidado y cortesía me vi obligado a aceptar; y no he tenido motivos para lamentarlo, porque el trato y la franqueza y de su amable y joven compañera me han encantado."
Memorias Del General Iriarte, Tomo II - Página 330.
"El tercer día hicimos un recorrido por agua con el Sr. Foster, a Playa de Barreto, al norte de Playa Grande".
Memorias Del General Iriarte, Tomo II - Página 342.
Y finalmente, ya listo para embarcar hacia Montevideo, dice Iriarte.
"El ocho después del mediodía estaba a bordo con mi pequeño equipaje: regresé a tierra y me despedí de mis estimados superiores, el señor Ricardo Foster (1808-1865) y su esposa, la señora Ana (c.1819-?), quienes por sus atenciones y delicadezas han hecho más soportable mi estadía en Río de Janeiro: Nunca olvidaré las bondades que ha tenido conmigo esta interesante familia."
"A las ocho de la noche me acompañaron el señor Foster y el señor Ceijas hasta el muelle de Largo do Passo, y después de despedirme con las más sinceras demostraciones de amistad, abordé un bote".
Memorias Del General Iriarte, Tomo II - Página 342.
Este espacio ha sido creado para recordar el encuentro entre el Brigadier General Tomás de Iriarte y Ricardo Foster en junio de 1842 camino a la finca de Bernardino Rivadavia
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