"En cada lugar hay una historia que no se debe olvidar". - E.F.

A lo largo de la historia y en cada región del mundo podemos encontrar cientos de edificios históricos que tuvieron su apogeo pero que con el tiempo han sido olvidados, reemplazados o demolidos. A pesar de muchos esfuerzos, sus cimientos fueron removidos y su génesis despreciada, dejando sólo algunos recuerdos y anunciando que nada dura para siempre, ni aún la arquitectura más compleja.

El Gigante Demolido

En Rosario, provincia de Santa Fe, Argentina, existe una importante arteria que a finales del siglo XIX y principios del XX comenzó a lucir sus primeras mansiones.

La gran mayoría fueron construidas por familias tradicionales de la región que buscaban un espacio exclusivo en la ciudad. Sin embargo, en la década de 1960 estos palacios históricos comenzaron a ser derribados, provocando su posterior desaparición.

Una de las grandes pérdidas que sufrió la ciudad de Rosario fue la del llamado Palacio De Elía, perteneciente al Dr. Nicanor de Elía Foster (1864-c.1945), el cual estaba ubicado en la esquina noreste del Boulevard Oroño y Mendoza y había sido diseñado a principios del siglo XX por el arquitecto inglés Charles Evans Medhurst Thomas (1849-1918).

Esta antigua construcción convirtió el Boulevar Oroño en uno de los lugares más pintorescos de la provincia de Santa Fe. Estuvo habitada por varias generaciones de la familia y estaba rodeada por un exuberante jardín diseñado por el famoso paisajista francés Charles Thays (1849-1934).

Su caja muraria, combinación de curvas y rectas, fue trabajada en ladrillo de prensa con las aristas en piedra. Remataba en mansarda coronada por una rica crestería, agujas y chimeneas. Las habitaciones se abrían a amplias galerías y balcones con columnas dóricas y balaustres emparejados. Las ventanas eran del tipo guillotina con vidrios repartidos.

Su época de mayor esplendor fue durante las tres primeras décadas del siglo XX cuando se realizaban relevantes eventos sociales, como bodas que llamaban la atención y sacaban a los habitantes locales de su rutina diaria. 

Estos últimos no escaparían a lo habitual en las fiestas de aquel núcleo, donde el salón principal se había acondicionado para el baile y el salón y los demás salones contiguos estaban ocupados por mesas dispuestas con mucho gusto y decoradas con bellas corbeilles de flores naturales.

El Palacio Elía ocupó un gran espacio sobre el Boulevard Oroño 1191, y supo engalanar la ciudad durante muchas décadas. Sin embargo, la familia de Elía Foster vendió el inmueble en 1943 a Federico Alabern (c.1890-1968), socio de la Bolsa de Comercio de Rosario. 

Bajo el nuevo propietario, los trabajos de demolición comenzaron en 1967 y poco después se construyó un edificio de apartamentos conocido como Edificio Kennedy.


Este sitio está desarrollado por Westcom, Ltd., y actualizado por Ezequiel Foster © 2019-2023.