"En cada lugar hay una historia que no se debe olvidar". - E.F.

Cuando echamos la vista atrás y analizamos los viajes de muchos expedicionarios y exploradores, podemos entender cómo ocurrieron inicialmente los hechos previos a la colonización y descubrir cuáles fueron las vicisitudes que estos hombres tuvieron que afrontar. Con frecuencia, los protagonistas de estas interesantes aventuras dejan constancia escrita de sus vivencias y de cómo ha sido su llegada a nuevas tierras, en un intento de reflejar la experiencia empírica, dando cuenta de lo visto y sin dejar de incluir todos sus sentidos.

Ataque a Resistencia

Hacia mediados del siglo XIX, el territorio del Chaco era una vasta región ubicada en el norte argentino, prácticamente poblada por numerosos y salvajes aborígenes que, desde la época hispánica, habitaban estas misteriosas tierras. Sin embargo, la valiosa madera de sus bosques atrajo a muchos empresarios, quienes partiendo de provincias vecinas se asentaron en la costa del río y fundaron obrajes con la participación de mano de obra indígena y peones criollos.

"La explotación de las maderas se efectúa de la manera siguiente: el empresario se establece con unos cuantos peones correntinos en el paraje que le ofrezca más comodidades, tanto por la cercanía de un río navegable, como por la abundancia de maderas en el monte. Por medio de regalos atrae a los indígenas y a su cacique, y compra el bosque que elige por un poncho de paño, un sombrero, una yegua con cría y una docena de frascos de ginebra, según su tamaño e importancia de sus árboles. Efectuado el negocio se construyen ranchos provisorios, los mismos indios con amigables demostraciones se conchaban como peones y el trabajo principia". (Informe de la Comisión Exploradora del Chaco. Seelstrang, Arturo. pág. 68-69).

Uno de estos centros madereros fue el que se formó en las inmediaciones de la zona de San Fernando (hoy Resistencia), llamada así porque desde 1750 había sido sede de la reducción jesuítica de San Fernando del Río Negro, ubicada en la costa chaqueña a unos ocho kilómetros del río Paraná frente a la ciudad de Corrientes. 

Cuando en 1864 se proyectó un camino por el Chaco a Santiago del Estero, San Fernando fue su punto de partida y los caciques toba y vilela de la zona firmaron un tratado con el gobernador de Corrientes Pedro Ferré (1788-1867) comprometiéndose a apoyar ese proyecto. Hacia 1870, el coronel Napoleón Uriburu (1836-1895), quien regresaba de una expedición al Chaco, informó que en el paraje había 15 obrajes y que allí trabajaban como 1.500 peones como hacheros, en su mayoría aborígenes.

"La reducción de San Fernando tuvo su época de prosperidad durante el coloniaje hispánico, porque la tradición recogida por los expedicionarios de 1875 (Comisión Exploradora Foster-Seelstrang) le adjudica la existencia en ella de gran número de indígenas que bajo la dirección de unos pocos Jesuitas blancos, se dedicaban al trabajo comerciando con pieles, maderas y otros varios productos propios de la región". 

Conferencia pronunciada por el Dr. Ricardo I. Foster en el Teatro S.E.P (Sala de Espectáculos Públicos) de la ciudad de Resistencia, el 26 de noviembre de 1937, con el auspicio de la Gobernación del Chaco impartida por el Dr. José C. Castells, el Rotary Club de Resistencia y la Sociedad de Estudios Científicos del Gran Chaco. 

Según el informe de la Comisión Exploradora del Chaco, este comercio habría prosperado aún más si no fuera por el abuso con el pago de salarios que existía en esa época. El peón y especialmente el indio rara vez cobraban por su trabajo y ponían al obrajero en una situación más ventajosa.

"La queja de los caciques que habían vendido los montes no tardaba mucho en escucharse, porque los obrajeros no distinguían entre lo propio y lo ajeno y cortaban indistintamente los mejores trozos en todos los montes por el mero hecho de haber comprado uno. Las mismas mujeres de los indios no estaban libres de la turba silenciosa de los peones, y a menudo había disgustos, peleas y hasta muertes por causa de ellas. Sin embargo, la protesta de los caciques, los justos reclamos de los peones y las continuas quejas de los ofendidos eran desatendidas por los propietarios de los obrajes; se contestaban con burlas , y hasta llegaban a rechazarse con mano armada las legítimas exigencias, sin haber jamás habido ejemplo de llegar el caso de reconocerse estar la razón de parte de los indígenas y administrarles la debida justicia.

Si a este procedimiento que ha venido poco a poco creando una atmósfera de desagrado y desconfianza entre blancos e indios, se agrega todavía no haber faltado de los primeros quien, por medio de dádivas y promesas, instigara a los naturales a robar la boyada de su vecino y compatriota, por espíritu de venganza o envidia, con el objeto de atrasarlo en sus negocios; más aún si hacemos notar que cuando recientemente fue a establecerse en el territorio del Chaco la autoridad nacional, no dejó de haber personas entre esos mismos blancos obrajeros, que temiendo no poder continuar su ventajoso pero ilícito comercio como hasta entonces, trataban de desprestigiarla y hasta hacían nacer entre los indios la sospecha de que con las fuerzas llegadas se les iba a reducir y hacerles servir de soldados, para alejarlos de su tierra natal".

Informe de la Comisión Exploradora del Chaco. Seelstrang, Arturo (1977). pág. 68-69.

En consecuencia, en abril de 1875, apenas unos meses antes de la llegada de la Comisión Exploradora Foster-Seelstrang, se supo que una coalición general de tribus chaqueñas preparaba un ataque contra el pueblo de San Fernando. El Jefe Político Aurelio Díaz, quien ya estaba en el cargo, requirió la ayuda de la Guardia Provincial de Corrientes y junto al coronel José María Ávalos (1825-1896) y otros trabajadores, armaron la peonada para su defensa. El temido avance llegó finalmente el 10 de junio de 1875, cuando una fuerza de mil indígenas armados con lanzas, flechas y armas de fuego, realizó un intenso ataque contra los obrajes ubicados al sur de San Fernando.

Los 15 hombres de la Guardia Provincial de Corrientes, junto a los obrajeros, lograron enfrentarlos y repelerlos, luego de una hora de batalla, causándoles muertos y heridos, pero ante el peligro de ser apresados, se replegaron al fuerte del Coronel Ávalos a esperar refuerzos. Esa noche salió de Corrientes una fuerza de relevo de treinta hombres más. Este ataque fue el preludio de otros más violentos ocurridos el 11 y 12 de junio de 1875. Las fuerzas defensoras al mando del Comandante Verón y el Mayor Pedro Quijano (1852-1931) de la Guardia Provincial de Corrientes, junto con los peones de los obrajes, sumaron más de cien efectivos.

En los combates que se desarrollaron en torno a las empalizadas del fuerte del coronel José María Ávalos (1825-1896), resultaron muertos uno de los capataces del francés Félix Seitor (1857-1935) y dos peones. Otro defensor, Manuel Andino, también resultó herido en los combates del 12 de junio, y uno de los caciques atacantes fue asesinado por el propio alcalde Pedro Quijano (1852-1931).

En octubre de 1875, tras la llegada de la Comisión Exploradora Foster-Seelstrang, encargada de trazar las nuevas colonias del Chaco, recogió de labios de sus protagonistas la historia de estos dramáticos hechos, ocurridos apenas cuatro meses antes de su llegada al lugar, y encontró en San Fernando una población ya establecida y laboriosa dedicada al corte y comercialización de la valiosa madera de la zona. Esta comisión, nombrada por el presidente Nicolás Avellaneda (1837-1885), entendió la importancia de esta región y fue quien posteriormente estableció allí la primera colonia del Chaco.

"Este paraje ha merecido siempre ser considerado como muy aparente para el establecimiento de una población, no sólo por los primeros descubridores que conocieron estas regiones, sino también por los habitantes de la cercana ciudad de Corrientes, en la opuesta orilla del caudaloso Paraná. Los jesuitas comprendiendo su importancia establecieron en él la antigua reducción de San Fernando, en la que según la tradición gran número de indígenas se dedicaban al trabajo, comerciando con pieles, maderas y otros varios productos del Chaco".

Informe de la Comisión Exploradora del Chaco. Seelstrang, Arturo (1977). pág. 73-74.

Si bien esta honorable comisión señaló que estas condiciones tan favorables fueron decisivas para la elección del lugar como sede de una nueva colonia, no dejó de denunciar los abusos que los propios comerciantes cometían con los peones aborígenes, sobre todo a la hora de retribuirles su trabajo, así como del tráfico de armas y bebidas que practicaban con estos pueblos mercaderes sin escrúpulos. Precisamente, la Comisión Exploradora del Chaco (también conocida como Comisión Exploradora Foster-Seelstrang) expresó que éstas fueron las causas de los graves y frecuentes ataques que las distintas tribus realizaban contra los mismos obrajes.

"Un paraje como el que acabamos de mencionar, con antecedentes tan favorables, no podía dejar de atraer la atención de la Comisión (Comisión Exploradora Foster-Seelstrang) que prolijamente estudió su situación topográfica, las ventajas que ofrecía para la agricultura y las vías de comunicación que se podían utilizar para llegar hasta él, determinando por último en vista de los datos adquiridos elegirlo para establecer en él la primera colonia en el territorio Nacional del Chaco, la cual se denominó Resistencia por el hecho de haber resistido durante bastante tiempo un corto número de hombres sin protección de ningún gobierno, las continuas amenazas de los aborígenes".

Informe de la Comisión Exploradora del Chaco. Seelstrang, Arturo (1977). pág. 74-75. 

Entre las causas del descontento aborigen contra San Fernando cabe señalar: los abusos que se cometían en los obrajes con el pago de salarios a los trabajadores indígenas; la venta de armas y bebidas a las tribus por parte de traficantes y forajidos; y el temor de ser desalojados definitivamente de sus tierras al establecerse la Jefatura Política con sede en esa población.

Algunos autores que trataron este tema, por desconocer los ataques del 10 al 12 de junio de 1875, ampliamente cubiertos por el diario de Buenos Aires La Prensa, que tenía corresponsal en Corrientes, y por existir documentación que ya menciona este nombre dado a la colonia en diciembre de ese año, consideró que esta denominación tenía un carácter simbólico y que no aludía a los hasta ahora conocidos ataques a Resistencia, en los meses de febrero y abril de 1876. Sin embargo, la Comisión Exploradora Foster-Seelstrang, integrada por Arturo Von Seelstrang (1838-1896), Enrique Foster (1842-1916) y Manuel Obligado (1838-1896), tuvo en cuenta aquellos días tan difíciles que pusieron a prueba la resiliencia de los pobladores de San Fernando.

Sus ánimos no desfallecieron, y como lo demuestra la posterior fundación de Resistencia, estos hombres fueron admirables exponentes de un factor humano propio de una época en la que era necesario tener mucha decisión, mucha voluntad y más coraje, para exponer la vida a cada momento en un ambiente austero y salvaje como el del Chaco de entonces, y además, frente a una población indígena muy hostil en un estado absolutamente salvaje.

"Con razón, en mi niñez, oí muchas veces a mi padre (Enrique Foster), relatando sus aventuras en el Chaco, afirmar que en infinidad de oportunidades no tenía a su disposición otro alimento que lonjas asadas de carne de jaguar o de puma, ni otro medio de aplacar la sed que sorber el agua de un charco cenagoso a través de la trama filtrante de su pañuelo".

Contribución de la historia del Chaco (Exploración de 1875-1876 y fundación de Resistencia) por el Dr. Ricardo I. Foster (hijo de Enrique Foster). 1937.

En los meses de enero y febrero de 1876, el Cacique Leoncito (c.1825-1876) de los Vilelas se coludió con el temible Cacique Toba Cambá, quien operaba a orillas del río Bermejo, y se dispuso a preparar un ataque formal a la recién creada Colonia Resistencia, donde aún se ubicaban los establecimientos obrajeros.

En su libro autobiográfico "La vida de un soldado" el militar Ignacio Fotheringham (1842-1925) describió a Cambá (c.1827-1884) como un indio de gigantesca estatura, destacado por su fuerza física, valentía y habilidad en la guerra contra las fuerzas militares. También mencionado como Shintaqqui o Sinatquí, Cambá es un apodo que alude a su tez morena, seguramente producto del mestizaje entre tobas y prófugos esclavos brasileros.

Siempre estuvo al frente de las batallas, luchaba desnudo, a pie, empuñando la lanza como única arma, propia de su jerarquía. En una ocasión, en las cercanías de Resistencia, envió un emisario a desafiar al jefe del Destacamento a "que saliese para arreglar a lanza y sable".

La situación se volvió tan grave que el gobernador del Chaco, coronel Napoleón Uriburu (1836-1895), envió propuestas de paz a todos los caciques de la región pero solo dos aceptaron, el resto, unos diez en total, desafiaron a las fuerzas nacionales. Uriburu entonces tuvo que salir con todas sus tropas a atacar a las tribus rebeldes y dejó desprotegida a la colonia. Esto fue aprovechado por Leoncito (c.1825-1876), quien realizó ataques en enero, febrero y abril de 1876, que fueron repelidos.

Muy temprano, las huestes del cacique Leoncito y Cambá, divididas en cinco grupos, asaltaron tres de los establecimientos, incluido el del coronel José María Ávalos (1825-1896), obligando a sus defensores a atrincherarse tras las cercas para mantener su posición. Esta vez la resistencia estuvo encabezada por el Jefe Político Aurelio Díaz, el Alcalde Pedro Quijano (1852-1931), el Coronel Ávalos y otros trabajadores, junto con sus peones.

La lucha fue muy encarnizada y los atacantes estuvieron a punto de penetrar las defensas pero finalmente retrocedieron y huyeron hacia las montañas cercanas. El balance de la jornada fue de cuatro heridos por parte de los defensores y seis muertos y numerosos heridos por parte de los atacantes. Estos fueron los últimos ataques que sufrieron los obrajes de San Fernando y la naciente colonia de Resistencia, aunque el peligro de las invasiones no desapareció del todo porque persistieron las causas que las originaron. Otros ataques menores los sufrieron años después los colonos que se encontraban más lejos.

De esta manera Resistencia logró mantenerse y hacer honor al nombre que había recibido de la Comisión Exploradora Foster-Seelstrang en 1875 "la cual se denominó Resistencia por el hecho de haber resistido durante bastante tiempo un corto número de hombres sin protección de ningún gobierno, las continuas amenazas de los aborígenes". Esta consolidación, iniciada tras la promulgación de la Ley N° 686 por el presidente Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888) y continuada por el presidente Nicolás Avellaneda (1837-1885), permitió en menos de dos años recibir a las primeras 36 familias de inmigrantes italianos, iniciándose así la gran colonización agrícola del Chaco.

"Es tiempo de comenzar a registrar el desarrollo de las diferentes regiones y las acciones de quienes fueron meritorios ciudadanos, militares o civiles, que a pesar de haberse esforzado por fortalecer la patria una vez pasadas sus primeras épocas de nacimiento a la vida independiente y de organización nacional, aún permanecen en el anonimato".

"Para ilustración y ejemplo de las generaciones futuras, ahora que todavía están vivos los recuerdos y que hasta se puede apelar al dicho de testigos presenciales de responsabilidad, todo verdadero argentino debe considerarse obligado a relatar lo que conoce de la historia patria que aun no haya sido vulgarizado".

Conferencia pronunciada por el Dr. Ricardo I. Foster en el Teatro S.E.P (Sala de Espectáculos Públicos) de la ciudad de Resistencia, el 26 de noviembre de 1937, con el auspicio de la Gobernación del Chaco impartida por el Dr. José C. Castells, el Rotary Club de Resistencia y la Sociedad de Estudios Científicos del Gran Chaco.

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